Y ella se peinaba a la luz del atardecer

         Mi abuelo, me sentó en sus rodillas aquella tarde y después de pelarme una manzana con una navajilla afilada, me contó la leyenda que atesoraba nuestra familia. Se trataba de una xana, una criatura sobrenatural de belleza perturbadora que salía todas las tardes a peinarse su cabello dorado con los rayos mortecinos del sol. Su hogar se hallaba en la misteriosa cueva de rocas calizas que llevaba su nombre, de ahí nacía un riachuelo de aguas puras y cristalinas, que pasaba justo delante de la casona de mi familia... 
Mis ojos, siempre muy abiertos, estaban fijos en su cara:
 "¿Y se peinaba con un peine de oro, buelito?"....
"Sí, -decía él mirándome con ternura- y toda ella, va adornada con joyas de oro". 
"Porque las xanas, guardan muchos tesoros en las profundidades de la cueva donde viven. Y esperan a que alguien venga y las desencante".- Me susurraba después cómplice.

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